miércoles, 16 de mayo de 2007

Por la Boca Muere el Pez....y yo también



Somos muchos los que nos hemos equivocado en reiteradas ocasiones y no me refiero a esos que son trascendentales y de los cuales se supone aprendes algo, si no a la simple “metida de pata”, esas situaciones donde lo único que quieres decir es aquella frase que alguna vez leí en esas revistas adolescentes (ja se me cayó el carné), “trágame tierra”.

Por ejemplo cuando estas con más gente y dices “oye que chistoso como te puedes llamar Bryatan” silencio, y alguien te mira y dice “mi hermano se llama así”, o la historia de Good Boy que en un funeral le dijo Felicidades a los afectados. Otro caso es el típico comentario para hacerme la conversadora, “oye ustedes no se parecen en nada, pareciera que fueras adoptado, y para finalizar mi intervención lanzo una carcajada” …nuevamente silencio, ella es adoptada recibo de vuelta con voz de desagrado.

Pero este tipo de situaciones no son nada, estas pasan a diario y creo que a más de alguno le puede haber ocurrido algo similar; pero como todo en mi vida tiene que tener un elemento más, el agregado freak.

Hace algunos años atrás murió mi abuela paterna, una situación muy dolorosa, debo decir, y yo muy afectada como el resto de mi familia, decidí salir a la puerta, a la calle mas específicamente (esto para variar era en uno de los lugares que visito como foránea que soy) mi abuelita era muy conocida, participaba en todas las actividades preparadas para ellos, es por eso que hubo una gran concurrencia al lugar donde la velaban.

Bueno yo estaba en la puerta cuando llega una señora de muy avanzada edad preguntando por mi abuelita y yo le digo que pase, ella pregunta “esta en la pieza del fondo” y yo como una figura diabólica y sin mayor tacto (que iba a saber también) le digo “no señora ella se encuentra aquí” imaginen la situación: ella camina y se encuentra de frente al féretro y todas esas flores, gente rezando y otros tanto llorando.

En dos segundos la señora se desploma. Todos comenzaron a gritar y no pude hacer más que desaparecer dar una vuelta en la esquina y esperar que nadie preguntara que había sucedido.

Pido comprensión, como iba a saber yo que ella no estaba al tanto de lo que había sucedido.

Afortunadamente la señora se recuperó, yo no tanto, pero ahora trato de ser más cauta a la hora de hablar, aunque las cosas locas siguen sucediendo, pero ya sin riesgo vital.